De molinos y Vientos

 

Holanda y sus Molinos de Viento

A pesar de su tamaño los Países Bajos (Holanda) es una nación muy rica culturalmente. Históricamente los holandeses han sido grandes comerciantes y pocos países explotan su imagen como lo hace esta gente. Lo llevan en la sangre.

Una buena forma de promocionar un destino es asociarlo con algún icono que lo identifique. En este sentido estaremos de acuerdo que nada como los tulipanes y los molinos para que pensemos en naranja (muy ligado a la casa real de los Países Bajos, los Oranje, y que pinta el país en las ocasiones especiales).

Es difícil precisar desde cuándo los molinos forman parte del paisaje holandés pero es indudable que el progreso preindustrial de la nación ha estado íntimamente ligado a su desarrollo. Si bien el uso más habitual de un molino es moler grano, los holandeses fueron un paso más allá y los utilizaron como aserradores de madera, fábricas de papel, almazaras de aceite y para bombear agua.

Podemos encontrar molinos por todo el país y un buen número de ellos son visitables. Sin embargo si no disponemos de mucho tiempo o con ver una treintena nos sentimos satisfechos hay dos lugares clave que debemos apuntar en nuestra agenda: Kinderdijk y Zaanse Schans.

Desde siempre los holandeses han vivido pendientes del agua ya que gran parte del país se encuentra por debajo del nivel del mar. En el siglo XIV los habitantes de Alblasserwaard quisieron poner fin a las continuas inundaciones que sufrían y para ello excavaron una serie de canales hasta Kinderdijk con objeto de aliviar el exceso de agua sobre el río Lek.

Un par de siglos más tarde dicha medida se mostró ineficaz y la mejoraron construyendo molinos bombeadores de agua en las riberas para evacuar mayor volumen.Así es como nació el complejo de molinos de Kinderdijk, 19 molinos que conforman una de las imágenes más turísticas del país y que cada año atrae a miles de visitantes. El paisaje apenas ha cambiado con el tiempo aunque la labor de drenaje que antes realizaban los molinos ha sido asumida por modernas estaciones de bombeo.

El otro gran lugar para ver molinos es Zaanse Schans, en la localidad de Zaanstad, a 20 kilómetros al norte de Ámsterdam. Al igual que Kinderdijk se trata de una exposición viva de la historia del país. En este caso no se trata de molinos para achicar agua sino de molinos fabriles para aserrar madera, producir aceite o fabricar pintura, entre otras actividades. Todos ellos visitables a cambio de una pequeña entrada.

Kinderdijk no es una atracción turística más, es un símbolo de la lucha constante de los holandeses contra el agua y así lo reconoció la Unesco en 1997 incluyéndolo en su lista de Patrimonio de la Humanidad.

Además de los molinos Zaanse Schans cuenta con casas, talleres y mini-museos que literalmente nos trasladan a otra época.
Ignoro si Don Quijote visitó alguna vez Flandes pero si así fuera a buen seguro habría tenido mucho trabajo por delante. Actualmente quedan unos 1.200 molinos en pie aunque si consideramos que sólo durante el siglo XIX se construyeron casi 10.000 cuesta imaginar el número total de los que han desaparecido.

En cualquier caso quedan suficientes como para entender por qué no se puede entender la historia de los Países Bajos sin ellos.

Publicado en Producción Artística